Todos los días suele ser lo mismo, apretados, incómodos, ansiosos y desconocidos, los que van de afán y los que van despreocupados, el que tiene sueño, el que tiene frío, el que tiene hambre, el que tiene que estudiar, el que tiene que trabajar, todos somos parte de lo mismo, la inmensa y casi infinita comunidad de personas que en cualquier parte del mundo necesitamos del transporte público para poder mantenernos activos por la vida.
En mi caso, que el movimiento me permite despejar la mente cada tanto, me gusta hacerlo escuchando música, pero no la emisora de turno que pone el señor conductor, por lo general correspondiente a una frecuencia de alguna radio juvenil o de música tropical que lejos de amansar la bestia que hay en mi, lo que hace es incordiarla y ponerme de mal humor, menos mal nací en una época donde me tocó hacer uso del MP3 en esta edad de mi vida y soy yo el que decide que suena y que no suena en mis oídos, en este caso, la selección es de canciones de Rock en orden aleatorio, todas van juntitas en una carpeta que se llama “Escapismo” si alguien le interesa saber que hay en ella, bien pueda, haga click aquí, justo donde aparece este fragmento de texto de un color distinto
Si, de hecho es un MIO, pero esa imagen es universal, la del atiborramiento, lo de la conversación se dá cuando me encuentro con un amigo o conocido en el bus, en dado caso, apago el MP3 y prefiero conversar, pero por lo general, viajo solo
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